La arquitectura del M'zab

 

La arquitectura del M'zab

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Es manifiesta la unidad arquitectónica de las cinco ciudades mozabitas. Sobre una colina rocosa, el casco urbano, rodeado de amplios cementerios, crece en torno a la mezquita que, desde su minarete, lo domina y lo unifica. Las viviendas se construyen aterrazadas en círculos concéntricos alrededor del santuario, hasta llegar a las murallas que las rodean. Las casas cúbicas, rematadas por terrazas, son semejantes en dimensiones y concepto. Cubos encalados de azul pastel, pimienta, ocre. El suelo está profundamente cavado con pozos para encontrar agua. Antiguas reglas de urbanismo preservan la intimidad y realzan la luminosidad determinando la orientación y altura de los edificios. Es una arquitectura austera y desornamentada, que refleja el riguroso purismo de la comunidad jariyi del M'zab argelino.
Existen tres tipos de mezquitas en el valle de M'zab, que poseen funciones diferentes. Las mezquitas de las ciudades están generalmente situadas en las partes más altas de los ksury rematadas por un minarete de gran altura, cuyas funciones son la llamada a la oración y la vigilancia. Este alminar se caracteriza por su talud, que le confiere una afilada forma troncopiramidal. La mezquita ibadita, dividida en varias secciones, no tiene más decoración que la armonía rigurosa de su estructura. Su desnudez decorativa de formas impecables creó escuela hasta en el Níger. La mezquita de Agades, por ejemplo, es un virtuoso logro que parte de la herencia ibadita norteafricana: la gran altura y verticalidad constructiva reflejan las aspiraciones del creyente. Alrededor de las ciudades, en los cementerios, entre una infinidad de nichos y criptas, se levantan también mezquitas y áreas de oración, utilizadas básicamente los viernes de invierno para los rezos, la lectura del Corán y la distribución de alimentos. También los palmerales poseen sus mezquitas. Éstas, como las de los cementerios, carecen de minarete..(1)

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(1) .ecured.cu.

 

LA ARQUITECTURA 

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Y, por último, pero no por ello enos importante sino todo lo contrario, la arquitectura del valle del M'zab, elemento modelado por la forma de vida mozabita y que recoge fielmente los usos y costumbres propios del ethos del lugar. Es en la arquitectura de esta población donde se pueden ver con más precisión cómo todos y cada uno de los rasgos propios han catalizado en la roca madre para dar lugar a la forma precisa donde contener cada una de las actividades de la ciudad.

Para empezar, la ciudad se divide en tres partes: ksar o ciudad intramuros, palmeral y cementerio. Es el en el primero donde vamos a prestar más atención.

Organizado de manera concéntrica alrededor de su mezquita, de una sobriedad extrema y aparentemente materializada siguiendo la forma natural que conviene al uso para el cual está concebida, situada en lo alto de la colina, las calles siguen círculos concéntricos alrededor de la misma. De esta manera, la mezquita se yergue como punto de referencia y permanece presente en todo momento como punto de referencia social, religioso y defensivo.

La vivienda, pequeñas construcciones de adobe se apiñadan unas a otras formando el tan reconocible casco urbano magrebí pero de unas características propias por su homogeneidad y su carencia de ornato exterior, prohibido por el estoico código de comportamiento ibadita para no generar distinciones entre los habitantes pues todos gozan del mismo grado y respeto.

Las viviendas están formadas por tres niveles: el de acceso, donde se desenvuelve la vida diaria de la familia, con las dependencias organizadas alrededor de una estancia central sobre la que se abre un hueco a la cubierta y que es la única fuente de ventilación e iluminación de lla vivienda. En un entorno hostil como el del pre-Sahara, donde en verano es usual alcanzar temperaturas superiores a los 50º no parece descabellado optar por refugiarse entre muros de 60-80 cm. de espesor y prescindir de las ventanas al exterior.

Este nivel se divide a su vez en dos espacios claramente diferenciados: el del hombre y el de la mujer; el primero, se desarrolla en el salón de invitados, con acceso propio desde el exterior e independiente del principal de la vivienda para evitar cruzarse con la mujer, el espacio central y su propia habitación. Para la mujer, la cocina, los espacios de trabajo y de mantenimiento de la vivienda, así como las habitaciones. Esta jerarquización de la vivienda resulta absolutamente extraña par aun viajero que entra por vez primera en contacto con esta sociedad pero ver cómo el espacio de vivienda se ha adaptado y materializado para dar respuestas a sus requerimientos da mucho que pensar con respecto a nuestros asépticos apartamentos de diseño hechos en serie y sin el más mínimo lugar pensado para el que allí va a vivir.

El nivel superior, la terraza, está pensado para pasar las noches de verano ya que el aislamiento térmico del que se aprovechan durante el día y que provoca que el interior de la vivienda esté fresco durante el día, se invierte por la noche y libera al interior el calor acumulado, por lo que la terraza es el lugar ideal para dormir por la noche.

Por contra, la vivienda goza de un espacio excavado bajo el nivel de acceso que sirve para refugiarse del calor cuando se alcanzan las máximas cotas de canícula. Una siesta -costumbre sagrada entre los mozabitas; ni un alma se puede encontrar en la calle entre las 12:30 y las 16- en esta cueva no puede encontrar rival en ningún otro lugar del mundo con estas condiciones.

En cuanto a las edificaciones colectivas tales como las mezquitas, madrasas, cementerios o torres de vigilancia o minaretes, la sensación de autenticidad supura por cada uno de sus poros de tierra arcillosa.

El mismísimo LeCorbusier quedó sorprendido en una viaje que realizó a la zona en 1931 y que repitió en 1933. De aquí sacó valiosas ideas para su proyecto posterior de la Basílica de Ronchamp.

Es en estas edificaciones donde se atisba la personalísima adaptación al medio que esta gente ha realizado a lo largo de ocho siglos de establecerse en un entorno completamente hostil y que ha dado, como resultado, una arquitectura absolutamente sobria pero eficaz y auténtica que ejemplifica como ninguna otra como la forma sigue al uso como génesis proyectual y la carencia de ornamento no hace más que potenciar la pureza de las formas neutras y sutiles.

Dejo para una siguiente entrada la continuación de la narración de nuestra visita al país del M'zab. Continuará.(1)

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(1) al-yazair.blogspot.com

 
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